Mejora de la Composición Corporal
Estudios recientes (Viana, R. B. et al 2019) han demostrado que el entrenamiento de alta intensidad como el que encontrarás en nuestro Programa de Acondicionamiento Físico reduce en un 28,5% más la grasa corporal que el entrenamiento de intensidad moderada. Para entender estos resultados, desde Ikaika vamos a explicar las bases del metabolismo que se rigen en los seres humanos.
La glucosa es la moneda de energía del organismo, la cuál va a estar almacenada principalmente en los músculos. Necesitamos ingerir alimentos para que éstos se descompongan en glucosa y que nuestras células puedan realizar todas sus funciones vitales. Cuando ingerimos una cantidad de calorías mayor a la que nuestro cuerpo necesita, tendremos un exceso de glucosa, ésta ya no podrá almacenarse en los depósitos intramusculares y tendrá que quedarse en la sangre. Para mantener un equilibrio e impedir un índice de glucosa en sangre elevado (el cuál podría ser mortal) nuestro cuerpo convierte esa glucosa en ácidos grasos a través de diferentes vías metabólicas, almacenándose en los adipocitos (células de grasa) en forma de triglicéridos. En cierto modo, aunque en nuestros días la mayoría de personas prefiera un cuerpo plano y esbelto, éste es un mecanismo de supervivencia de nuestros ancestros, el cual hemos heredado. En la antigüedad la grasa servía tanto para aumentar la temperatura corporal como para utilizarse como fuente de energía en aquellos días en los que la caza no hubiera sido satisfactoria, por lo que su conservación era de vital importancia para el ser humano.
Como hemos dicho, los músculos poseen los depósitos principales de glucosa. De forma muy resumida nuestros músculos están compuestos de dos tipos de fibras: fibras tipo I (son más resistentes) y fibras tipo IIb (ofrecen más capacidad de fuerza). El contenido de glucógeno (forma agrupada de glucosa) varía entre ellas. Así como las fibras de tipo I poseen pocos depósitos de glucógeno, las de tipo IIb tienen un número mucho más elevado, teniendo una actividad de enzimas glucogenolíticas (que degradan el glucógeno en glucosa para ser usado como energía en el músculo esquelético) mucho mayor. Es importante destacar que también la activación de este tipo de fibras va a ser diferente. Con intensidades de ejercicio altas podremos estimular ambas, sin embargo, cuando la intensidad de entrenamiento es baja las fibras de tipo IIb son difícilmente estimuladas.
Por todo esto, aunque todo tipo de ejercicio promueve la glucogenolisis, el ejercicio de alta intensidad lo hace en mayor intensidad ya que es capaz de estimular todas las fibras musculares que componen el músculo, llegando a las de tipo IIb que son las que más depósitos de glucógeno tienen y las que no se van a activar en intensidades moderadas (McGuff, D., & Little, J. 2009).
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Bibliografía
- McGuff, D., & Little, J. (2009). Body by Science. McGraw-Hill Education.
- Viana, R. B., Naves, J. P. A., Coswig, V. S., De Lira, C. A. B., Steele, J., Fisher, J. P., & Gentil, P. (2019). Is interval training the magic bullet for fat loss? A systematic review and meta-analysis comparing moderate-intensity continuous training with high-intensity interval training (HIIT). British journal of sports medicine, 53(10), 655-664.